Después de un año de que don Quijote muriera, todo había vuelto a la normalidad. Desde el día que murió Alonso Quijano nadie de sus conocidos volvió a salir de la aldea.
Un día Carrasco decidió salir pero disfrazado como Caballero. Con el traje que llevaba cuando venció a don Quijote. Con ese traje decidió ir a Barcelona en busca de aventuras. En mitad del camino se encontró a dos personas. Esas personas llevaban los mismos vestidos que Sancho y don Quijote incluso estaban acompañados de unos animales iguales que rocinante y rucio. Carrasco se acercó a ellos y con mucho temor les preguntó sus nombres. Entonces respondieron que eran Sancho Panza y don Quijote. No le encontraba ninguna explicación. Le pregunto a Sancho Panza que como había llegado allí pero le respondió que no le conocía y que no hablaba con desconocidos sin que ellos se presentaran antes. Carrasco como iba disfrazado de el Caballero de la Blanca Luna les dijo que se llamaba así. A continuación habló con don Quijote y le contó que él ya lo había vencido. Al oír eso don Quijote se enfureció y lo retó a un duelo donde don Quijote era realmente un hábil, fuerte y noble caballero. Lo tiró de su caballo con tan solo un golpe. Don Quijote cogió su espada, bajó de su caballo rocinante, ahora un caballo digno de la envidia, y le apuntó con su espada al cuello.
Don Quijote levantó su espada y le pidió las últimas palabras a Sansón Carrasco el cual respondió: al fin has conseguido tu propósito. Don Quijote con fuerza y rapidez acercó la espada al cuello de Sansón atemorizado y entusiasmado a la vez. Luego, Sansón se despertó de golpe en una habitación blanca. Todo parecía haber sido un sueño o al menos eso parecía.
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